Se fundian en abrazos, esas tardes de invierno. Quedaban en el parque, con la intención de perderse en él. Ella salía de casa como una vala recien disparada. Y ahí estaba él, esperandola. Ella corría hacia él con los brazos abiertos, y se fundían en un largo abrazo seguido de un largo beso. Daban largos paseos, por el parque, cogidos de la mano. Él la abrazaba por atrás y recorría su cuello con infinitos besos. Se picaban entre ellos y discutían un poco, al cabo de cinco minutos el la cogía cómo un saco de patatas y daba vueltas, ella reía. Él le daba besos inesperados, salidos de la nada, cómo a ella le gustaban. Ella decía que tenía frío, entonces él le abrazaba. Ya era la hora, se despedían, no querían irse. Pero les consolava que no tardarían en verse.
Se fundian en abrazos, esas tardes de invierno....
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